Praesidium

sábado, 7 de octubre de 2017

MARÍA, formadora de cristianos que aman a Jesús.



María ha recibido de Dios un dominio especial sobre los predestinados para alimentarnos y hacerlos crecer en Dios. San Agustin llega a decir que en este mundo todos los predestinados se hallan encerrados en el seno de María y que no nacen definitamente hasta que esta buena Madre los da a luz para la Vida Eterna (San Luis María GRIGNION de MONFORT, EL Secreto de María, Pag. 18).


Leyendo este párrafo me hace recordar la experiencia que tenemos todos los católicos con la Madre Santísima. Una experiencia, que a la luz del entendimiento de las personas, no debería de ser difícil sino el creer y aceptar que la Madre que nos dió Jesús en la cruz representado en Juan, es nuestra Madre que cobija, auxilia, ayuda y protege. Creer y tener fe es de humildes. María es la humildad. María no deja de entrar en los corazones de los hombres si lo pedimos con honestidad y de verdad, y si rezamos por los demás Ella ingresa en las vidas también de los demás, nos da ese favor de grandeza de humildad.

Estuve viendo algunas entrevistas de intelectuales hispanos (esto lo podemos verificar en Youtube) y se les preguntaba sobre Dios y casi todos no encontraban a Dios en su vida personal. A lo mucho lo pensaban a Dios en que pudiera o no existir, pero que la razón (de ellos) no podía encontrar a Dios en su vida, era algo externo que no se unía a su experiencia. Entonces pensé que tan dificil es para algunos conocer a Dios. En mi experiencia personal tambien ocurrió algo similar aunque con la diferencia que me consideraba católico pero no tan practicante del todo. Sin embargo fue y es María quien me ayudó y ayuda en la actualidad a aumentar mi Fe en Jesús, que es Dios. Para iniciar con esta unión divino de Amor con la Madre es creer, aceptar y dejarse llevar por la confianza; en que la Madre respondará a su debido tiempo y que Dios nos dará esa gracia de fe. Pero para que esto se inicie tenemos que tener algo que a veces nos cuesta, la humildad. Humildad es pedir un encuentro real personal con María, para solicitarlo no podemos pedir un encuentro personal si no creemos que María es una persona viva y Madre. Si bien es cierto racionalizar las cosas es un don de la vida dada por Dios elegir racionalizar en no creer en Dios es negarnos que somos seres espirituales y esto nos tapa el corazón de admirar a Dios y nos aleja de conocer a Jesús.

María entró en mi corazón por querer esa relación espiritual con la Madre, de pedirlo a Dios con humildad. Si no hubiera comenzado por la voluntad propia de querer amar a la Madre, con ayuda de las oraciones de mi familia y las oraciones/obras de muchas personas ofrecdidas a la Madre para los demás, me tocó mi hora. Que tan bueno eres Dios de darme (y darnos) una Madre que me enseñó a amarte y conocerte, de unirme a ti en los sacramentos vivos; que me llevó de la mano como un niño a gatear y caminar en la fe a aprehender a amarte y conocerte, a leerte, querer y saber más de tí. Tu Madre que estas unida al Espíritu Santo, a Dios, en ti me lo das para sentir esperanza, fe y caridad con mi Dios y el prójimo. Como me complicaba antes y tapaba a las gracias de la Madre. Pensar, racionalizar las cosas no está opuesta a ser espiritual, la humildad rompe con esas fronteras. Si los intelectuales se citan entre ellos y se admiran entre ellos, yo a ti Jesús te pongo a ti primero como Grande entre los grandes a María como Madre, porque me enseña a conocerte y amarte.La ciencia humana es ciencia dada por Dios. No hay oposición. Entre las muchas batallas espirituales, tu Madre no me dejas y haces que siga caminando a Dios.


Cuando te conocí María, nací de nuevo. Me abristes los ojos para conocer a Dios, la sabiduría humana es una partícula que al saber y leer a Jesús que con sus acciones y sabiduría es manso y humilde que siendo Dios es humilde, y tú María también. Bien dice Jesús que las cosas bellas y divinas se la ocultado a los sabios para dárselos a los humildes, porque es así. Dios es amor y humilde, siendo humilde como tu María también somos hijos de Dios. Aliméntanos María para ser mejores católicos, más humildes. 

Repitemos la oración del Santo José María Escribá "hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilisima voluntad de Dios sobre todas las cosas. Amén, Amén". Que Dios nos dé sabiduría para ser mejores personas, servir a los demás por el amor a Dios. María, Madre de Dios y Madre nuestra aliméntanos y guíanos para amar a Dios más y más. Él es grande. Amén.

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